viernes, 11 de octubre de 2013

CAMINO DEL NORTE HACIA SANTIAGO. ETAPA 4. SAN VICENTE DE LA BARQUERA - RIBADESELLA

Los dulces paisajes que se despliegan alrededor de la ruta jacobea están incluidos en el espacio protegido del Parque Natural de Oyambre, una franja del litoral cantábrico que reúne los ecosistemas costeros mejor conservados de Cantabria con una extensión que se acerca a los sesenta kilómetros cuadrados. La reserva incluye las rías de la Rabia, la bahía de San Vicente de la Barquera, la playa del Merón, los bosques del monte Corona y las extensas marismas que rodean y protegen la diversidad natural de las dunas de Oyambre, un buen lugar para los amantes de la ornitología, donde se puede observar en su hábitat grupos de porrón común y moñudo, garceta común, zarapito real, ánade silbón, aguilucho lagunero y zampullín chico.
Que "monos"
Después de pasar el día en Cabárceno llegamos a San Vicente de la Barquera, bajo una intensa lluvia que irá desapareciendo a medida que se acerca la noche. Las previsiones meteorológicas para el día siguiente no son demasiado buenas, pero este es uno de los riesgos del Camino del Norte y un factor más en las aventuras cicloperegrinas.

El camino jacobeo no se preocupa de la concurrida y popular avenida de Miramar, donde se concentran los comercios, restaurantes, alojamientos y los mueles del Puerto Chico. Hemos buscado alojamiento en la calle del Camino de Las Calzadas en pleno trazado del camino.

Esta vez la incertidumbre del tiempo me hace despertar temprano, un día más no he necesitado la ayuda del despertador. Lo primero que hago es asomarme por la ventana y está oscuro, no hay estrellas pero tampoco llueve. Preparo todos los aperos y me pongo en marcha en la oscuridad de la noche y con el frío aire del norte atizando de lo lindo. 

Salida temprano...y no llueve
Los primeros kilómetros transcurren por una tranquila carretera vecinal que supera unas lomas suaves en el cerro de San Martín y salva la autovía del Cantábrico por un paso elevado. Justo al llegar a La Acebosa comienza lloviznar muy suavemente, me detengo unos momentos en una plazoleta con el fin de tomar una decisión, y sin pensar demasiado subo la cremallera de la chaqueta y me aventuro a vivir la que, a la postre, sería la segunda mayor calada de mi corta historia sobre la bici (después de Montehermoso).

Mientras la lluvia cae suave voy siguiendo fielmente las flechas amarillas hasta pasar por la Torre de Estrada, sede de un antiguo linaje que tuvo un notable control político y militar en el Val de San Vicente durante la Edad Media. Desde allí la ruta desciende a toda velocidad hasta Muñorrodero, en la orilla del río Nansa. Llega el momento de iniciar la salida de Cantabria.

A partir de aquí la lluvia comienza a ser más intensa y los caminos se vuelven muy peligrosos. En la salida de Pesués me encuentro con un sendero de montaña técnico y un descenso tiralero difícil y arriesgado donde tengo un pequeño gran susto debido a la cantidad de agua que está cayendo. El duro sendero del bosque baja por la falda de un monte poblado de eucaliptos  y conecta con la carretera de Unquera. Al llegar a este punto llueve a mares, voy mojado hasta los huesos y aún me quedan muchos kilómetros por delante. Nueva parada y dos opciones, abandonar o continuar lo que queda por carretera. 
Mientras me decido no puedo evitar probar las famosas corbatas de Unquera, unos ricos dulces de hojaldre que venden en todas las tiendas. Me encuentro en la mismísima puerta de salida de Cantabria, no puedo quedarme aquí!! 

Corbatas de Unquera
Los siguientes kilómetros hasta Colombres transcurren por una empinada carretera local con buen firme y la lluvia remite por momentos. La subida termina en la capilla del Cantu, donde acierto a ver a lo lejos un bloque de piedra y una placa que indica 427,2 kilómetros hasta Santiago, casi ná! Atravieso Colombres admirando las maravillosas casas de indianos y al comenzar a bajar hacia La Franca vuelve a llover, las flechas me indican por el trazado del antiguo Camino Real que me llevaría hasta Buelna donde vuelvo a parar en el alberque de Santa Marina a sellar, secarme y escurrir los guantes. Amablemente la señora que lo regenta me ofrece un caldito para entrar en calor pero a pesar de ir mojado ya voy calentito por dentro, también me ofrece agua y algo de comer...es increíble la amabilidad que desprende la gente.

Albergue de Santa Marina en Buelna
A continuación viene otra preciosa zona del Camino del Norte, pero la evito debido a que por momentos el camino pasa tan cerca de los acantilados costeros que produce vértigo, y con la que está cayendo y el viento que hace...mejor no arriesgar. 

Sigo por carretera hasta Llanes donde haré mi última parada, en las murallas del fuerte, contemplando los Cubos de la Memoria y  recordando la primera vez que estuve en Asturias hace un par de años. El agua no me da más tregua y aún quedan 30 kilómetros hasta Ribadesella, muy a mi pesar debo perderme los encantos que el camino muestra a su paso por Celorio, Naves (otro de los pueblos más bonitos de España...y ya van unos cuantos) y Pria.

Fuerte de Llanes y Cubos de la Memoria
Hoy consigo llegar a Ribadesella antes que mi coche escoba, y es que no son ni las 11h cuando diviso el río Sella desde la distancia. Pocos minutos después vuelvo a reencontrarme con la familia pero aún no podemos acceder al apartamento porque hasta las 12h no lo abandonan los anteriores inquilinos. 

Finish!
En plena calle y mostrando mi flamante torso a los viandantes me seco por arriba y en los baños de un bar cercano lo hago por abajo. Suculento desayuno y de nuevo amabilidad norteña, pues tras hablar con la casera nos asigna rápido otro apartamento consciente de la necesidad de aseo y calor de un pobre bicigrino que ha pasado 3h 30' y 84km bajo la lluvia.

Yeahhh!!
El resto del día no va a ser estupendo y soleado pero al menos nos respeta el agua en su mayor parte. La comida no podía ser otra que un platazo de fabes asturianas para padre y un rico cachopo para madre.

Ay omá que ricas!
Después de 4 etapas la mecánica de la bici no va tan fina como acostumbro y gracias a las gestiones de Bike´s Raúl contacto con una tienda en Villaviciosa que la vuelve a quedar a punto para el resto del camino.
Ribadesella
La mañana siguiente tengo decidido continuar, pero con todo preparado, cuando bajo a la calle con la bicicleta en mano está diluviando, demasiado masoquismo para mi body, una cosa es sufrir en ruta y otra muy distinta salir a penar. Toca día de perros...digo de dinosaurios con visita al fascinante Museo del Jurásico de Asturias (MUJA).

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